Jesús aguardaba calmado la hora de sus siesta, siendo uno de sus momentos preferidos del día, donde podía desconectar su cabeza del ajetreo que había en casa por el ruido que hacían sus nietos. Poco después, apareció la paz y consiguió dormirse en la mitad de uno de sus rezos, ya que éstos conseguían quitar la pena de su cansado corazón.
Ya dormido, contempló como un alto Ángel de alas desdobladas se dirigía a él y le miraba con sonrisa cálida y corazón afectuoso. Tras sonreírle le dijo que siempre estaba a su lado para protegerle y que escuchaba todos sus mensajes, haciéndole ver como una de las personas más afortunadas del mundo por tener a una gran familia a su lado.
Le recordó sus logos, dándole esperanza, sabiendo así que todavía tenía mucha vida por vivir. Y al despertarse de este sueño, se encontró con una plenitud absoluta, ya que sabía que realmente sí existían más cosas después de esta vida terrenal. Dándole sentido a todo.
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